En este Día Mundial de la Salud Mental, queremos defender el derecho a la salud mental como una cualidad universal y necesaria.
Si hay algo inseparable de la condición humana, es gozar de una buena salud mental. Sin embargo, la despersonalización de la sociedad y la falta de oportunidades han llevado a una realidad dominada por la imagen de la desigualdad.
El primer paso hacia el acceso equitativo a la atención de la salud mental de alta calidad a través de la planificación de la atención individualizada será superar la desigualdad económica. Para ello, animamos a las autoridades públicas a crear un diálogo para entender nuestras necesidades y asegurar que la pobreza no sea un factor de riesgo a la hora de documentar problemas de salud mental.
Otra fuente de desequilibrio es la desigualdad geográfica, y para superarla necesitamos un apoyo e inversión sostenible. El derecho a la salud mental no debe depender del lugar donde vivas.
También se debe abordar la desigualdad de género y la discriminación múltiple contra las mujeres con problemas de salud mental. Para ello, se deben crear protocolos específicos de atención a la salud mental que tengan en cuenta la interseccionalidad, una forma de medir el entorno a partir de la situación de cada mujer. En este sentido, la conciliación familiar es un aspecto imprescindible.
Nadie debería pasar sus últimos años en el olvido, por eso necesitamos invertir en hogares que ofrezcan servicios de salud mental. En lugar de estar solo, brindar una experiencia positiva y enriquecedora. Se lo merecen, los mayores nos dan la vida. Por otro lado, asistimos a la aparición de problemas mentales a edades tempranas, síntoma de que se debería presentar atención a la salud mental en toda etapa.
Necesitamos proporcionar conocimientos sobre la salud mental y para eliminar el estigma en todos los niveles de la sociedad, comenzando por las escuelas primarias. Sería bueno introducir la educación emocional en las actividades escolares. Ante el fracaso, es necesario fortalecer la mente y evitar las actitudes negativas y la violencia, que son fuente de graves problemas psicológicos. Insistimos entonces también en la necesidad del empoderamiento y la participación como mecanismo de crecimiento personal.
Finalmente, queremos advertir que, ante el impacto de la pandemia, los problemas de salud mental ya no son algo que les pasa a los demás, sino algo que nos afecta a todos: trabajar por la salud mental significa procurar el bienestar humano de toda la sociedad y nuestro futuro.